La república posible, la alberdiana; culmina consagrando la contradicción entre desigualdad social e igualdad política. En la República votarán los de arriba; los educados y los ricos; no podrán ni deberán elegir los que son ignorantes o pobres. Yo bien quisiera que no votaran los ignorantes y que aquí llamé ingenuos. El acto de representación prudente y sabio plantea un dilema: o se universaliza el arte del gobierno o se particulariza en un pequeño núcleo de privilegiados.
Este dilema explica que nuestras revoluciones siempre han sido de frondas. Balmaceda como Allende apelan al pueblo, al sentimiento de quienes usufructúan de lo democrático, pero aquello no existe y lo saben puesto que de la fronda proceden. Y también explica en parte aquella curiosidad de “la revolución burguesa”.
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Como dice Jocelyn-Holt la solución planteada por Balmaceda se encuadra en la lógica ya tradicional de enfrentar la modernidad sin cuestionar la hegemonía de la elite. Es un cambio desde arriba. Tal es también, el cambio que propone Allende aunque se disfrace de un gobierno del pueblo. Un cambio de beneficios indirectos, sociales de educación, empleo, crecimiento, etc. sin tocar a la élite.
Como dice Jocelyn-Holt la solución planteada por Balmaceda se encuadra en la lógica ya tradicional de enfrentar la modernidad sin cuestionar la hegemonía de la elite. Es un cambio desde arriba. Tal es también, el cambio que propone Allende aunque se disfrace de un gobierno del pueblo. Un cambio de beneficios indirectos, sociales de educación, empleo, crecimiento, etc. sin tocar a la élite.
Aquello era imposible, a menos que se trate de una oligarquía comunista como la china. La elite partidaria y "dirigente" decidiendo por todos y para todos.
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